El exjugador de baloncesto, Iñaki Zubizarreta, víctima de bullying, impartió el lunes 13 de enero una charla sobre el bullying a los escolares de la ESO del Instituto de Iruña de Oca, y mantuvo también un encuentro con familias y educadores/as del municipio. El pívot de equipos como el Caja Bilbao, Zaragoza o Valencia Basket, pagó muy caro ser diferente al resto, medía con 11 años 1,82 centímetros. Zubizarreta compartió en Nanclares su dura experiencia personal como víctima de acoso escolar y su historia de superación, tras estar al borde del suicidio. En sus habituales encuentros con estudiantes, el ponente trata de concienciar sobre la importancia de no mirar hacia otro lado ante esta forma de violencia, ofreciendo herramientas para afrontar una lacra que lejos de cesar va en claro aumento. Sus terribles vivencias han quedado recogidas también en el cómic “Subnormal. Una historia de acoso escolar” en el que Fernando Llor y Miguel Porto relatan el bullying que sufrió.
-¿Cómo fue el encuentro que mantuvo con el alumnado de educación secundario del Instituto Badaia?
-Sentí que fue de verdad, de corazón. Me recibieron de manera espectacular e incluso me dijeron que por primera vez habían escuchado una charla sobre el tema que les había llegado, que les había calado. Las cuestiones que me plantearon fueron muy interesantes en general, pero si tuviera que resaltar alguna sería una pregunta que me plantearon sobre qué es lo que le diría hoy al niño que fui. Y traté de explicarles que no se rindan, que trabajen por sus sueños y que, sobre todo, en una situación de acoso escolar es fundamental entender que los silencios destruyen. Lo que trato de hacer es que la gente piense, sin exponer a nadie, sin criticar, me interesa que entiendan que hay que romper la ley del silencio y que la responsabilidad es no sólo es del que comete bullying, sino también del que lo permite.
-Vivimos en una sociedad teóricamente avanzada, formada e informada, pero estas situaciones ponen en entredicho esta afirmación…
-Viendo las estadísticas, desde que hemos salido de la pandemia, ha aumentado todo lo referente al acoso escolar, en cuanto a violencia en aulas, violencia en redes, exclusión, intentos de suicidio. El ascenso del buylling ha sido exponencial. La realidad de hoy es mucho más cruel porque tienen más medios, hay más tecnología. La situación con las redes sociales es dramática a consecuencia de la falta de control. Los padres y madres en ocasiones minimizan la importancia del acoso, otras lo justifican, y también lo ignoran. “Mi hijo o mi hija no puede estar haciendo eso” cuando, quizá, no tengan ni idea de lo que están haciendo. Los patrones de las familias de antes y de las de ahora son muy parecidos.
-¿Cuáles son a su juicio la principales señales que pueden evidenciar una situación de acoso?
-Para mí las claves están en los silencios prolongados, en las sonrisas forzadas, en el grito en la mirada…Estas son las principales señales que muestran el sufrimiento de un acosado, a las que, por supuesto, se añaden otras.
-Habla de responsabilidades compartidas. Hay un acosador, pero también un cómplice, participante imprescindible en esa violencia.
-Sí, porque pensar que sólo los que acosan son responsables es un error. Hablamos también de quienes ven y no hacen nada, de quienes saben y miran para otro lado. Las responsabilidades son compartidas. De ahí que les pida que informen y comuniquen. Nuestro trabajo es darle recursos y medios para que puedan actuar. Es un trabajo de equipo, de los chavales y de los mayores, de los padres y madres, de los educadores, de los compañeros…
-¿Quién o quiénes le han ayudado a construir la persona que es hoy?
-Ha habido muchos años en los que he estado absolutamente perdido. El primero que me rescató fue Javier Pérez Aznar, un psicólogo y un gran experto de lo que es el acoso escolar. Fue él el que me dio el propósito de ayudar a la gente. En el camino también me he encontrado a Jesús Pernas, director de un centro escolar de un pueblo cerca de Alcalá de Henares. Es el que me ha dado las herramientas y las claves p