El segundo fin de semana de marzo, Lucía Apilánez afrontará un duro reto,  completar una prueba nocturna de 100 kilómetros en el que la resistencia física y mental son de vital importancia. No lo hará sola. La prueba, que se celebra una vez al año coincidiendo con la luna nueva, tendrá lugar en Prats de Lluçanés. Con un frontal como única iluminación y un mapa que les guíe, Lucía y su madre, Elena Ruiz de Austri, tendrán que hacer frente a un fin de semana agotador. A sus 19 años, Lucía no sabe qué se va a encontrar, pero sí tiene claro que la exigencia será máxima, aunque no le es ajena. Desde hace varios años convive con el esfuerzo que implica estudiar y montar una yegua y un caballo con los que, además, compite.

En casa de Lucía siempre ha habido caballos y ella siempre se recuerda montando por los montes cercanos a Ollávarre. Lo que fue un hobbie ha acabado convirtiéndose en algo más. Poco a poco los entrenamientos comenzaron a ser parte de su rutina diaria, las horas con los animales aumentando, y desde 2019 toma parte en diferentes competiciones a nivel estatal e internacional. El año pasado consiguió el primer puesto en el Campeonato de Euskadi, el cuarto en el de España individual y segundo por equipos, y fue dedimoquinta en en el Europeo, todo ello en TREC, una disciplina que premia las habilidades de los jinetes y amazonas a la hora de realizar recorridos por el campo y que tiene mucho de orientación y resistencia. Además, en 2019 y 2020 también tomó parte en competiciones en la disciplina de Completo (doma, salto y cross).

Para estar a este nivel, el esfuerzo que tiene que hacer es inmenso. Habitualmente se levanta sobre las 6:30 de la mañana y sobre las 7:30 ya está entrenando alternando los entrenamientos de Completo y los de TREC. Después, regresa a casa para estudiar, comer y por la tarde acudir a la Universidad. El fin de semana competición o entrenamiento ocupan su calendario. “Dos fines de semana mínimo al mes, cuando hay competición, los paso fuera de casa”, explica mientras reconoce que el esfuerzo familiar para poder llevar este ritmo es importante. “Mis padres han tenido que llevarme a entrenar muchos años, moverse para las competiciones, ayudarme a cuidar los animales y siguen estando ahí”, agradece.

Con la vista en el Mundial

Sin embargo, en este sacrificio Lucía no está sola. Junto a ella están sus caballos, con los que tiene una relación muy especial de mutua confianza y apego. Se ríe cuando reconoce que, por ejemplo, cuando vuelve de vacaciones, antes de ver a sus amigos, lo primero que piensa es en ver a sus caballos. Incluso en la toma de decisiones importantes los ha tenido en cuenta. De pequeña quería ser veterinaria, lo que hubiese implicado tener que marcharse lejos de casa para poder hacerlo. Cuando tuvo que decidir qué estudiar, le surgió la opción de comprar un caballo. Entonces tenía una yegua y haber optado por veterinaria hubiese implicado llevarse dos caballos fuera de casa. “Suponía demasiado,  porque yo sola no iba a poder hacerme cargo de los dos caballos y su entrenamiento y de la Universidad, así que la decisión fue: o estudio Veterinaria y me llevo la yegua, pero no compro el caballo, o hago Ciencias Ambientales y viene el caballo a casa”, recuerda. Optó por la segunda opción y desde entonces Abril, su yegua, y Goody’s de l’autan Z, un caballo de sangre belga, están a su cargo. Pasan muchas horas juntos y no duda en definirles como “compañeros”. Mano a mano, y con la ayuda de sus entrenadores, está trabajando para afrontar una temporada en la que estar en el Mundial de septiembre en Holanda está entre sus objetivos. “Voy a volver a participar en Completo en pruebas nacionales para disfrutar, sin pretensiones, para que Abril no esté parada y se mantenga en forma y estar en el Campeonato de España, que además este año se celebra en el Parque del Gorbea, y el Mundial, por lo que estoy trabajando”, resume. Y mientras piensa en esos objetivos, recuerda que en breve llega esa prueba nocturna en Cataluña y lo duro que va a ser, pero también tiene claro que ese esfuerzo merecerá la pena.