Han nacido en la última década del siglo XX, se agrupan bajo la denominación de ‘Millenials’ y han sido testigos de vertiginosos cambios tecnológicos. Según datos del Eustat, en Iruña de Oca el 24,1% de la población cuenta con menos de 30 años, lo que convierte al municipio en uno de los más jóvenes de toda la provincia de Álava. Ellos son el futuro y serán quienes marquen en los próximos años el devenir de nuestro territorio.
Según datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), en general, a los miembros de esta generacion les cuesta más trabajo emanciparse que a las personas nacidas en décadas anteriores, son más idealistas que sus predecesores y viven bajo una economía precaria. Se caracterizan también por aceptar la diversidad y respetarla como algo intrínseco a las sociedades, están acostumbrados a la información breve e inmediata y muchos de ellos formarán parte de la denominada nueva economía colaborativa o circular.
Los datos de población de 2020 en Iruña de Oca revelan que el municipio cuenta en la actualidad con un total de 3.590 habitantes censados. De ellos, 2.301 están empleados, lo que arroja una tasa de paro del 8,2%. Se trata de una cifra inferior a la media del País Vasco (10,1%) y de la provincia de Álava, que alcanza el 10,4% de parados respecto a su población activa.
En el municipio, hay registradas 35 empresas industriales, 17 agrícolas, 88 comerciales y 12 dedicadas a actividades artísticas o artesanales. Esta variedad en los sectores productivos, propiciada por la existencia de dos polígonos industriales, amplias zonas de cultivo (la densidad de población se queda en 67,65 habitantes por kilómetro cuadrado, mientras en el conjunto de Euskadi alcanza los 300,3 habitantes por kilómetro cuadrado) y un sector comercial muy activo, permite que el conjunto de familias del municipio alcancen una renta media de 20.592 euros, cifra similar a la del conjunto de Álava, pero ligeramente superior a la media de la Comunidad Autónoma Vasca, cuyos ingresos se quedan en 19.715 euros.
En lo referente a la vivienda, Iruña de Oca presenta un marco privilegiado dentro de su entorno, ya que el 85 % de las viviendas principales de los residentes en el municipio son en propiedad y las mismas presentan un índice de confort (una variable que se elabora teniendo en cuenta características como superficie, antigüedad, número de habitaciones, y equipamientos de la vivienda) entre los municipios más altos de Euskadi. De hecho, el dato de Iruña de Oca (79,6) sólo es superado por Oñate (80,2) y Vitoria (79,7).
En lo que sí se aprecia un déficit es en la existencia de viviendas en alquiler, en la actualidad el 8% de los 1.595 inmuebles que componen el parque municipal se encuentra en este régimen. De este porcentaje, la mayor parte se encuentra ya ocupado, lo que dificulta el mercado del alquiler en el municipio, constante que, según datos de Etxebide, se repite en los últimos años en toda la Comunidad Autónoma Vasca.
Difícil acceso a la vivienda
Esto hace, según el propio Gobierno Vasco, que el acceso a la primera vivienda sea hoy en día bastante complicado para los menores de 30 años. De hecho, Euskadi presenta una de las edades de emancipación más tardías de toda la Unión Europea produciendo un descenso en las tasas de natalidad y el aumento en los ratios de envejecimiento.
Por ello, pese a las diversas políticas que intentan mitigar esta situación entre los jóvenes, como programas orientados hacia la disponibilidad de viviendas protegidas, la complementariedad de la renta, y las ayudas a la rehabilitación del parque de viviendas, un 64% de los jóvenes menores de 35 años no se ha emancipado aún.
Es más, el 91,9% de aquellos entre 18 y 24 años todavía vive con sus padres; situación que se reduce al 66,9% cuando se trata de jóvenes entre los 25 y los 29 años, y al 29,9% en el caso de los de 30 a 34 años.
Todos ellos, sea cual sea su condición social, económica y cultural, coinciden en una cosa, ofrecen una visión optimista del futuro. Pese a reconocer que encontrarán trabas, atisban una vida plena, razonablemente feliz y productiva en el lugar que hayan elegido para vivir.
Alaitz tiene 19 años y está estudiando el Grado de Integración Social en Francisco de Vitoria. Cuando acabe, su intención pasa por hacer una carrera de Educación Social y trabajar en algún recurso social. “Sinceramente, cuál sea no me importa mucho porque creo que cada uno de ellos puede aportarme mucha experiencia y cosa nuevas para aprender”, asegura.
Pese a tener su idea clara, en los últimos años ha ido trabajando o colaborando con algunas entidades. Unas veces el fin era acercarse a su vocación y otras ganar dinero, sin más. Fue voluntaria en Aspace, realizando actividades, lúdicas y también estuvo en sus udalekus. El pasado verano ha participado en el programa Holidays Workers, de Mercedes en la sección de pintura. ”Quise entrar para saber cómo era trabajar en una empresa tan grande y porque pagaban bastante bien”, asegura para añadir que “me ha servido para ver que no estoy hecha para trabajar en una empresa en cadena, que necesito interactuar con las personas”.
De momento, tiene claro que, si pudiese elegir no trabajaría en Iruña de Oca. “Preferiría trabajar en Vitoria o en algún sitio cerca, pero directamente en el municipio, no. Son pueblos pequeños y si trabajo en un recurso es muy probable que mi tiempo libre pueda compartirlo con algún usuario/a y no me parece muy profesional”, sentencia.
Médico por vocación, desde muy pequeño la curiosidad de Josu se centraba en el cuerpo humano y la fisiología del mismo. Esto le llevó a estudiar medicina y actualmente es Residente de Cirugía General y del Aparato Digestivo en el Hospital Universitario de Araba.
Un trabajo que exige muchas horas, pero que no le impide disfrutar de Iruña de Oca. “Estar con los amigos, la naturaleza, practicar sus aficiones, como tocar la guitarra con un grupo de música, pasear por la calle o ver gente conocida” es lo que más valora de vivir en el municipio.
Optimista, afronta el futuro con mucha ilusión y ganas de aprender y aunque no descartaría vivir en otro sitio “si sirviese para ampliar aún más mis destrezas y conocimientos”, prefiere, valora muy positivamente la vida en Iruña de Oca. “A pesar de que haya que salir fuera del municipio para poder completar tus estudios superiores, considero que con ganas, el esfuerzo merece la pena”.
De su Colombia natal a Miranda de Ebro y desde allí a Nanclares. Esta ha sido la trayectoria vital de quien cada mañana entrega el pan a muchos de los vecinos y vecinas del municipio. Hace tres años, mientras estudiaba, aceptó una oferta de trabajo en la empresa La Vitoriana y poco después ya se hacía cargo de la franquicia en Nanclares. Más tarde, su espíritu emprendedor le llevó a hacerse cargo de Melody, otro establecimiento comercial de Iruña de Oca. Reconoce que su adaptación “ha sido fácil, me han tratado muy bien y eso ha sido de mucha ayuda para mi” y que no ha encontrado excesivas trabas a la hora de desarrollar su actividad profesional en el municipio. “Yo he tenido muchas ganas y siempre he tirado para adelante, sin pensarlo”. Quizás por ello, es optimista de cara al futuro y cree que “las cosas irán bien. Hay gente que tiene que marchar al exterior. Hay que trabajar mucho, es obvio, pero yo creo que las perspectivas son buenas y que las cosas irán bien”, señala.
Imanol Stammer tiene 22 años y ha estudiado Gestión de marketing empresarial. En septiembre de 2020 se fue de Erasmus a Regensburg (Alemania) y desde septiembre de este año vive en Dingolfing, en Baviera. Ante la opción de “estudiar todo un año en el extranjero, realizar en el país de destino las prácticas, vivir durante una temporada fuera, mejorar los conocimientos del idioma, conocer gente nueva y desarrollarse de forma profesional”, el sí quiero fue casi instantáneo. Aunque hubo una cosa que fue la que más peso tuvo a la hora de decidirse: el futuro laboral. “Tenía la posibilidad de tener una primera experiencia laboral en el ámbito en el que me estoy formando. Me gustaría poder trabajar en el sector automovilístico y qué mejor país que Alemania para ello”, señala Imanol mientras añade que nota que allí “es más fácil para la gente joven encontrar un trabajo, aunque estés estudiando. Las posibilidades de poder conseguir un ingreso para mantenerte mientras estudias y las ventajas que se tienen a la hora de conseguir una habitación, ya sea en residencia o piso, son mayores”.
Como ha crecido en un entorno bilingüe y domina el alemán, lo del idioma no le ha costado, aunque al tema de los horarios de las comidas y de los comercios sí le ha tocado adaptarse. Reconoce, además, que echa de menos “la familia, los amigos y la comida”. Cuando le toca pensar en el futuro y en volver a Nanclares, Stammer avanza que, de momento, esa opción tendrá que esperar. “Ahora mismo mi idea es quedarme aquí después de acabar las prácticas”, sentencia, aunque su deseo, tarde o temprano, es que su futuro esté vinculado a Iruña de Oca.
A sus 35 años, este vecino de Ollávarre compagina desde hace ocho años su labor como responsable de almacén en la empresa de maquinaria agrícola John Deere con las tareas de agricultor en la explotación familiar que comparte con su madre. Son muchas horas de trabajo, pero asegura que “no cambiaría por nada” vivir en el municipio. Este amor por la tierra lo refleja cuando habla de su trabajo en el campo, “desde pequeño me ha encantado estar en las fincas. Siempre he tenido muy claro que quería dedicarme al campo”.
Pese a ello, plantea un futuro sombrío para el sector primario. “Tal como van las cosas, el agricultor pequeño va hacia la desaparición. Esta todo planteado para que el grande sea cada vez más grande y el pequeño más pequeño. Este año ha subido el precio del cereal, pero también el abono, el gasoil… Los aperos son muy caros… Sin ayudas es difícil que la gente joven pueda vivir del campo”.
Pese a todo, él no se moverá de Ollávarre, donde disfrutará “del silencio de las mañanas” y sobre todo, “del olor de la tierra cuando estás labrando con el tractor”.
A sus 30 años -aunque ella dice que los dos de la pandemia no cuentan y tiene 28-, a Maitane Ramírez de la Piscina le faltan horas para sacar adelante todo el trabajo que tiene. Desempeña su labor profesional en el ámbito educativo por cuenta ajena y como propietaria de un negocio. Trabaja en un colegio como profesora de Educación Primaria y pedagoga terapéutica y en 2019 puso en marcha Hitz eta Pitz, en Nanclares.
Emprendió porque, junto con su socia, “identificamos la existencia de una amplia demanda en este sector y vimos una oportunidad de negocio, de llevar a cabo un proyecto nuestro y único”, explica. Maitane está satisfecha con el servicio que prestan y, con lo que han pasado en todo el periodo COVID, está “contenta de seguir en pie”. Cuando le toca hablar de emprendimiento no pone paños calientes. Reconoce que “no es fácil, sobre todo a nivel económico”. “Ser autónoma es complicado, no hay una estabilidad, hay muchos gastos que afrontar y cuesta encontrar infraestructuras que cumplan con requisitos exigidos”, asegura para añadir que “además, Iruña de Oca es un municipio muy cercano a Vitoria donde se ofrece un abanico muy amplio de servicios contra los que es difícil competir”.