– ¿Qué le ha parecido el Jardín Botánico de Santa Catalina?

-El Jardín posee una ubicación inmejorable, me ha sorprendido gratamente la conversión de un espacio así en Jardín Botánico. Creo que tiene un potencial inmenso. Hay que buscar financiación, cualquier partida presupuestaria que se implemente será una inversión a futuro.

-¿Cómo valora su colección de bonsáis?

-Tener una colección de bonsáis en un Jardín Botánico no es habitual, de hecho en España sólo el Real Jardín Botánico, el Botánic de Barcelona y el de Santa Catalina, la tienen. Es cierto que también hay algún ejemplar en el Botánico Atlántico de Gijón y en el Juan Carlos I, pero no son destacables ni conforman una colección. A singularidades como éstas es a lo que hay que dedicar el esfuerzo y la preocupación, ya que marcan el camino a seguir en cuanto a potenciar el espacio y atraer a público de todo el mundo. El claustro es un espacio con muchas posibilidades, ampliar la colección y que sea de propiedad del Jardín es fundamental. Hay muchos espacios que se pueden seguir habilitando de forma sencilla y sin costes excesivos y montar una especie de «Jardín gótico», en el que los visitantes se adentran y se «encuentran» con sorpresas.

Es cierto que el número de árboles de la colección no es muy grande, pero se puede ir ampliando con especies autóctonas y de origen asiático, ampliando la biodiversidad y la riqueza botánica del Jardín. Hay que tener en cuenta que el cultivo de bonsáis también resulta un campo de prácticas para la arboricultura. Todo esto conformaría las señas de identidad propia que estos espacios adoptan, teniendo encuentra también que el municipio donde se encuentra tiene gran fama a nivel europeo por la gran cantidad de aficionados al bonsái que hay.

Además la Asociación alavesa de bonsái tiene una amplia trayectoria y experiencia, no solamente como buenos cultivadores, sino también montando exposiciones muy importantes a nivel nacional, como es la Tantai.

-Desde su experiencia como conservador, ¿qué aspectos considera que se podrían mejorar?

– Hay que tener en cuenta las premisas necesarias para ser Jardín Botánico, que son: La apertura a visitas de público, tener cierta tradición de lugar, la conservación de las colecciones.

Y la Investigación y divulgación, en este sentido, se puede incluir como investigación la conservación de una colección especial como es la de bonsáis. En cuanto al espacio exterior, me ha resultado curioso que la mayoría de nuevas plantaciones son especies ornamentales, creo que debería cambiarse la metodología e ir implementando colecciones de plantas autóctonas, de la región o del País Vasco, lo que aumentaría el interés como botánico, diferenciándolo de un parque tradicional, y más en este enclave de bosque autóctono y con ese microclima casi mediterráneo.

-Cada vez hay más aficionados a este arte, ¿qué es lo primero que se debe tener en cuenta antes de empezar una colección?

– Lo fundamental para empezar con ésta afición es disponer de espacios idóneos, de pequeño o gran tamaño, pero sobre todo conocer el esfuerzo y la dedicación que requiere éste arte, ya que los ejemplares, por el hecho de estar en maceta, requieren que le aportemos todas las necesidades y requerimientos tanto hídricos como de nutrición y mejora de la parte radicular y copa. Aquí no vale el «me voy de vacaciones».

-Háblenos de la colección del Real Jardín Botánico. ¿Cómo la definiría y cuáles son sus ejemplares más destacados?

-La colección de bonsáis del RJB-CSIC está considerada como una de las 5 mejores colecciones públicas a nivel mundial, junto con otras como la Colección Imperial de Japón o la del Washington Arboretum de EEUU.

-Una de las primeras personas que popularizo el arte del bonsái en España fue Felipe González, ¿Cuenta el Real Jardín Botánico con algunos de los cedidos por el expresidente de Gobierno?

-Poseemos más de un centenar de ejemplares, en su mayoría árboles son autóctonos y sí, casi todos fueron originalmente donados por D. Felipe González. La colección se amplió en 2012 con una donación de Obra social Caja Madrid, gracias a la cual se compraron 16 nuevos ejemplares de origen japonés.

La muestra de verano de Santa Catalina expuso 14 ejemplares