“Lo que se necesita es gente con un poco de ganas, de aportar algo y de esforzarse por el día del colegio donde están sus hijos e hijas”. Esta es la petición que desde la AMPA ‘Los Doce Caños’ del Instituto Badaia lanzan Blanca Fernández y Puy Echeverria, dos de las integrantes de la actual Asociación de Madres y Padres de Alumnos. Aunque esta petición es habitual en la vida de la asociación, en estos momentos urge más que nunca que se responda a ella. La Junta se renueva cada dos años, pero en el presente curso sólo una persona dio el paso al frente, lo que obligó al resto de integrantes a ampliar su pertenencia. Pero cuando acabe el presente curso, los hijos e hijas de cuatro de ellas acaban su formación en el instituto y con ello su salida será ya inevitable. Si no existiese relevo, la AMPA dejaría de existir y con ello las tareas que realizan. “Las actividades extraescolares, la fiesta de fin de curso, carnavales, Olentzero… y no habría representante de los padres y madres en el OMR, un grupo en el que la dirección, profesorado, padres y madres de alumnado y una persona de la AMPA deciden cosas importantes para el centro como, por ejemplo, el calendario lectivo y las vacaciones”, enumeran para destacar la realidad que viven cada día. “La gente cada vez colabora menos”, añaden, “todo el mundo dice que no tiene tiempo, que anda fatal y elude el compromiso, pero alguien tiene que hacerlo porque si no, vamos a quedarnos sin un agente mediador entre familias e instituto”, recalcan mientras destacan que “todas las personas que estamos en la Junta del instituto hemos estado en la del colegio. Siempre colabora la misma gente”.

Pese a la necesidad, y a que recalcan que “las tareas que hay que hacer no son excesivas”, Blanca y Puy no son optimistas ante esta situación. Perciben desapego, no solo entre las familias a la hora de implicarse, si no entre el propio alumnado. Para pertenecer a la AMPA hay que abonar 17 euros al año. Solo 126 de los más de 360 alumnos lo han hecho este año, un tercio. Y eso también repercute en su actividad. “Recibimos subvenciones por el volumen de asociados y en función del dinero que haya se pueden organizar más o menos cosas”, explican.
Este curso propusieron una batería de actividades para realizar, pero solo el grupo de inglés, que lleva en marcha varios años, ha salido adelante. “Es una edad complicada en la que muestran poco interés, pero, además, en el instituto hay un volumen muy grande de alumnado transportado que al acabar las clases se vuelve a su casa”, relatan Blanca y Puy. “Como no hay jantoki, ni tienen la necesidad de tener extraescolares. No tienen vinculación con el centro más allá de los estudios”, analizan antes de poner sobre la mesa que todas las personas se benefician de sus actividades. “Si el centro nos pide colaboración para la fiesta de fin de curso, por ejemplo, todo el mundo se beneficia de ello. O si organizamos una actividad con los bomberos, o de primeros auxilios u otras cosas, no se aparta a quien no ha pagado su cuota”, explican mientras piden a los ayuntamientos de los que provienen los alumnos que aporten como lo hace el de Iruña de Oca.

La situación en la AMPA del colegio José Miguel de Barandiarán no es muy distinta. Cada dos años renuevan la mitad de la Junta para que siempre haya gente nueva junto a quienes llevan tiempo, pero cuando llega este momento, no encuentran muchas personas dispuestas a entrar. Ainara Arroyo es ahora la presidenta y sabe que será complicado renovar la mitad de la estructura. “Estamos venga decir que hace falta gente, pero hay muy poca respuesta”, explica mientras anima a los padres a que tomen parte. “Casi siempre son las madres las que se ocupan de estos casos y estaría bien que los padres se implicaran”, asegura, mientras echa por tierra el argumento que usa mucha gente para no unirse, la necesidad de dedicarle mucho tiempo. “Cuando más tiempo hay que invertir es a principio de curso, cuando toca organizar las extraescolares, y al final con la fiesta de fin de curso. El resto del año hay cosas que hacer, pero el volumen no es tan grande y se va sacando entre todas. Además, siempre hay tres personas que llevan más tiempo y van tirando del carro”, explica.

Este año, la mitad del alumnado del colegio se ha inscrito en la AMPA y ha pagado la cuota. Con ese dinero, y las subvenciones que reciben, las responsables organizan chocolatadas, la fiesta de fin de curso, los desayunos saludables, participan en el Olentzero y aportan un dinero para la excursión de fin de curso. Además de estas actividades hay otras que pueden ir saliendo a lo largo del curso y que se realizan con el visto bueno de la dirección.

Además, es tarea de la AMPA organizar extraescolares, aunque cada vez la respuesta es menor. “Antes no había tantas posibilidades de realizar actividades complementarias y la respuesta a las extraescolares era muy buena, pero ahora hay muchas opciones y la gente cubre esas inquietudes de otra manera”, argumenta. Este curso, por ejemplo, desde Los Tres Castillos se ofertaron robótica, ballet, multideporte, Kangoo power y la escuela de fútbol. “Al final solo ha habido número suficiente para hacer multideporte y ballet”, relata Ainara, mientras vuelve a destacar la necesidad de que se implique nueva gente en la agrupación “para que aporte nuevas ideas y podamos seguir haciendo cosas por nuestros hijos e hijas”.

Laburpena

Udalerriko bi ikastetxeetako gurasoek pertsona berrien inplikazioa bilatzen dute, desegitea saihesteko. Eskaera hori elkarteen bizitzan ohikoa den arren, une honetan inoiz baino premiazkoagoa da horri erantzutea; izan ere, bi batzordeak berritu egin behar dira datozen hilabeteetan, eta gaur egun ez dago kargua hartzeko prest dagoen pertsonarik. Bi batzarretako zuzendaritzek inplikazio handiagoa eskatzen diete ikasleen gurasoei, “lan handirik ez” dela errepikatuko dute, eta gurasoek ikastetxeetako eskolaz kanpoko jardueretan eta jarduera osagarrietan eta familien eta ikastetxeko zuzendaritzaren arteko bitartekaritzan duten garrantzia nabarmentzen dute.