Los meses de junio y julio, tractores y cosechadoras se adueñan de Iruña de Oca. Quienes han preparado y cuidado sus tierras en los meses anteriores tienen que emplearse a fondo para recoger los frutos. El cereal y las leguminosas se cosechan en estas fechas y el trabajo y las jornadas de trabajo se suceden de sol a sol. Son días de mirar al cielo, consultar Aemet e ir organizando el trabajo en función del tiempo que se avecina. Son días de preparar la maquinaria, cuidarla con mimo para que pueda ayudar en el proceso e ir comprobando si las percepciones que se han tenido durante la campaña sobre los cultivos se cumplen.


En mayo, la presidenta de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Álava (UAGA) ya advertía de que la sequía afectaba al cultivo de cereal en Álava y que la cosecha sería “menor” y en algunos casos “nula”. La falta de precipitaciones ha impedido que el cultivo se desarrollara como debiera y eso se notará en el resultado final. Se estima que los trece meses de sequía acumulados en Euskadi hasta mayo, cuando volvieron las lluvias, han afectado al 20% de los cultivos de secano de invierno de Álava, como cereales, colza y proteaginosas (guisantes y habas, entre otros). Por si esto fuera poco, las granizadas registradas en junio y julio han acabado de rematar una campaña que los agricultores de nuestro municipio no dudan en calificar de “mala”.

Desde San Juan, la rutina de Patxi Pérez de Mendiguren ha variado poco. Tiene buena parte de su producción en Trespuentes y, junto con otra persona, recoge cereal y habas. Empezó por San Juan y espera haber acabado para fiestas de Vitoria. “Durante este tiempo no se come mucho de plato. Bocata, pintxo… porque casi siempre las horas que normalmente son las de comer son las mejores para cosechar. Te haces un almuerzo un poco decente y después algún bocadillo y sobre todo mucho líquido”, explica. “Cada día vemos si ha rociado o no para ver qué cultivo se puede salir a cosechar. A por la avena se puede salir más temprano, pero normalmente, debido a las tablas de humedades que tenemos que tener en cuenta para entregar el grano, igual hasta las 2-3 no se puede salir, aunque vamos haciendo otras cosas. A la noche dejas preparado el remolque para llevar a la cooperativa a la mañana, hay que limpiar la cosechadora, soplar la maquinaria…, siempre hay algo”, detalla Patxi, que destaca que este año está haciendo el trabajo “con poca maquinaria porque la cosecha es bastante mala. Si sale una cosecha un poco decente, pues la verdad es que hay que moverse y hace falta más, pero este año por desgracia…”, añade.


A la hora de explicar lo negativa que está siendo la campaña Patxi tiene claros los motivos: “la siembra se pudo hacer en sus fechas, y después el problema es que no ha llovido en los meses que son importantes para los cereales. En Trespuentes y Villodas no ha llovido nada y, además, han caído dos pedregadas… Si ya no venía buena la cosecha, esto ha acabado destrozando todo. La primera, la del 6 junio, ya hizo lo suyo y la segunda fue más gorda”, explica, mientras reconoce que tiene ganas de acabar, porque “se está haciendo muy pesado con tantos problemas”.
Pese a todos estos malos condicionantes, venga como venga el cultivo, a Patxi, como al resto de agricultores no les queda más remedio que cosechar y recoger lo que haya, “porque si no cosechas no cobras nada”, manifiesta mientras muestra su desacuerdo con las noticias que dicen que, ante la falta de grano, igual se importará de otros sitios. “Nosotros tenemos que llevar aquí unas condiciones, hacer un cuaderno, una trazabilidad, usar determinados productos… ¿lo que se hace dónde van a traer, quién lo controla?”, cuestiona.
Por su parte, Carlos García Lete arrancó la cosecha el 3 de julio y “para fiestas de Vitoria” ya no tendrá que mirar al tiempo y organizar el trabajo porque espera haber acabado. La sequía ha provocado que este año se haya adelantado todo y ya ha rematado la recogida de cereal, los guisantes y las habas que tiene en sus fincas. Tiene claro que la campaña ha sido mala y destaca un aspecto a tener en cuenta: “el precio de los abonos, nitratos y herbicidas, por ejemplo, ha subido mucho y estamos pagando más por muchas cosas. Si luego tú sacas menos…”.


La falta de agua es otro de los aspectos que ha dificultado tener una buena cosecha este año. “Después de San Isidro, en la zona de Aríñez y Vitoria cayeron un par de tormentas de 30-40 litros y aquí solo cayeron tres litros. Y cuando llovió aquí bien, la primera semana de junio, ya era tarde, estaba todo madurado y, por ejemplo, para los guisantes fue peor porque los metió más para adentro y para cosechar, peor”, detalla Carlos. Por si esto fuera poco, cuando estaban recogiendo lo poco que había, llegó la granizada de julio, que ha acabado condicionando la cosecha totalmente. “Los peritos están a tope, no vienen a tiempo, no podemos cosechar las fincas enteras y tenemos que dejar tiras para que las vean. Si tienes las fincas juntas ni tan mal porque luego las haces, pero si las parcelas están separadas te hace una escabechina… Y si tienes maquinaria propia pues te organizas, vas a tu aire y esperas para ver si viene el perito antes de empezar, pero si te las cosechan, como es mi caso, o lo dejas y luego no lo cosechas o tiras para adelante y luego el perito ya no tiene nada que ver”. Una vez acabada la cosecha habrá que recoger paja y ya en septiembre, como dice Carlos, “la rutina: mover tierra, arar, sembrar, dejar y mantener algún barbecho… la cadena de siempre”.


Una mala campaña
Para finalizar, a la hora de poner nota a la campaña, Carlos lo tiene claro: suspenso. “Se ha recogido lo que hay y esperar que el año que viene sea mejor. Cojas mucho o poco, los gastos son los mismos. La máquina, sea propia o en alquiler, hay que pagarla. Los gastos del año están hechos, luego lo de los ingresos ya es otra cosa”, sentencia.


En parecidos términos se expresa Carmen Dovale, que en la zona de Ollávarre, ha recogido “aproximadamente la mitad que un año normal. Era un año que ya venía muy seco y el granizo de junio y julio ha terminado de estropearlo”. Dovale ha tenido relativa suerte, ya que antes de la tormenta de julio había cosechado toda la avena, pero “al trigo, la avena y los guisantes les afectó mucho”. El pedrisco fue tan fuerte que incluso afectó a los pabellones en los que guarda la maquinaria, en los que abrió importantes boquetes en el techo.


Ahora, además, debe esperar el examen de los peritos para cobrar los seguros, para lo que debe dejar una franja sin cosechar en todas sus fincas, lo que retrasará un poco más una cosecha que tocará su fin a principios de agosto. Entonces, tocará hacer balance, y comenzar a preparar los terrenos para el año que viene. Porque la vida del agricultor es así, un ciclo en el que la naturaleza tiene mucho que decir y su dictamen no siempre es bueno.