Acumulan meses llenos de incertidumbre. Restricciones, cierres, limitaciones de aforo… muchas dudas y pocas respuestas en una espiral que se prolonga ya casi dos años. El sector comercial está siendo uno de los grandes damnificados durante toda la pandemia y los establecimientos de Iruña de Oca no han sido una excepción. La sexta ola de la pandemia les ha alcanzado ya exhaustos, pero todos ellos mantienen una ilusión unánime: la de 2022 sea el año del final de la pandemia y el regreso de la tan ansiada normalidad.
En estos primeros días del año nuestros hosteleros/as siguen trabajando jornada a jornada para poder seguir levantando la persiana y, aunque algunos tuvieron que echarla, en los últimos meses los locales han vuelto a la vida con nuevas gerencias, como en el caso de Langraiz, El Correo o Ardan, en Nanclares de la Oca.


Elisabeth Martínez, en el bar El Correo lleva mucho tiempo dedicada a la hostelería, le gusta y a finales de noviembre abrió sus puertas porque “al ser madre soltera era la mejor opción para trabajar y encargarme de mis hijos”. Por su parte Gaizka Iglesias inauguró Ardan a finales de noviembre “para compartir con los vecinos nuestras diferentes experiencias gastronómicas”. Ambos, al igual que Langraiz, saben que no será fácil el camino que han emprendido, pero por empeño y trabajo no va a ser, aunque, como otros compañeros hosteleros, están sintiendo el peso de la pandemia y esta última ola les está pesando más de lo que pensaban.
Elisabeth Martínez, por ejemplo, está viendo cómo condiciona sus intenciones de poner en marcha algunas iniciativas. “Quiero esperar a que pase todo esto de la pandemia, porque necesito invertir, y por desgracia ahora no se puede”, asegura, mientras Gaizka Iglesias anuncia también su intención de ir dando pasos. “Somos un equipo profesional, joven, vocacional e ilusionado y tenemos en mente pequeños proyectos que esperamos compartir próximamente”, avanza.
Para Montse Romero, del Merendero Rosa, esta ola “está siendo algo más costosa a nivel anímico y económico. Llevamos casi 2 años en una incertidumbre y con restricciones constantes y todo eso afecta a la salud del negocio”, lamenta. Una sensación que comparte Asier Salgado, de Bobby’s que la califica de “agobiante”, aunque espera que “la gente vuelva a coger confianza y a salir, haya fiestas en agosto, y se promuevan cosas desde el Ayuntamiento que sean una inyección de moral y dinero”. En el Merendero Rosa esperan seguir “potenciado algunos servicios que ya tenemos a nivel de espacio y mobiliario, como la terraza, que actualmente, debido a la situación, aporta un valor añadido que nos gustaría mantener con el tiempo”.


Pese a todas las adversidades las ganas de tirar para adelante son comunes a todos los hosteleros y hosteleras de Iruña de Oca. Para ello han contado con varias líneas de ayuda desde el Ayuntamiento, la última de ellas en el año 2021, para hacer frente a los pagos de alquileres e hipotecas de los locales.
En El Correo esperan que en 2022 “aunque no acabemos con el virus, podamos y aprendamos a convivir con ello y tener una vida normal” y agradecen el apoyo del vecindario. “Tenemos gente en este pueblo que nos entiende y apoya e intentan ayudar haciendo rutas por todos los bares, y eso se agradece”, asegura Elisabeth Martínez. Gaizka Iglesias, por su parte, sabe que “el futuro es complicado, pero si de algo tenemos que ser conscientes es que hay que apoyar al pequeño comercio local y a los productores de cercanía”, manifiesta.
Asier Salgado tiene la esperanza de que “este año sea el inicio de la remontada”, mientras que desde el Merendero Rosa esperan que “se siga apostando para que el comercio local y futuros productos salgan adelante porque parece que va a ser el año en el que esta situación de un giro positivo”. Además, Montse Romero destaca que el comercio en el municipio “tiene muchas posibilidades”, aunque reconoce que “estamos muy cerca de Vitoria y de grandes superficies y esto complica la situación”.
Mejor situación se ha encontrado el sector de la alimentación. Tras el mostrador de la frutería Nanclares, Blanca Martínez de Antoñana reconoce que no han sufrido un especial bajón a causa de esta sexta ola. “La gente sigue comiendo y en la alimentación la pandemia no está afectando tanto como en otros sectores. Además, asegura que todos los clientes y clientas del establecimiento entienden perfectamente la situación y respetan escrupulosamente las medidas higiénicas y sanitarias, por lo que están pudiendo trabajar con relativa normalidad. Por ello, afronta el nuevo año con optimismo y una ilusión compartida con el resto de comerciantes: que 2022 sea el año del final de la pandemia en nuestro territorio. Igual de optimista es Ainara Poveda, del centro de masaje holístico Kimara, quien tuvo que cerrar su local de Vitoria por culpa de la pandemia, pero que afronta con ilusión el año que arranca. “Lo que hago lo hago de corazón y porque me encanta mi trabajo, entonces todo sale mejor y espero que las cosas vayan poco a poco mejorando”, explica.


Los diferentes espacios de aprendizaje a los que pueden acudir los vecinos y vecinas del municipio en función de sus necesidades y objetivos también se afanan por mantener el pulso pese a las dificultades. En Hitz eta Pitz se ofrece apoyo escolar, Spik English ahonda en la lengua de Shakespeare y el baile y el cuidado personal tiene cabida en Samsara. Los tres servicios asumen con resignación que esta última ola pandémica está afectando más de lo que pensaban. En Hitz eta Pitz pensaban “que iba a ser más débil que las anteriores”, pero confiesan que “estamos teniendo bastante alumnado confinado, y si a eso le añadimos las bajas del profesorado, podemos decir que se está haciendo largo y pesado”. En el gabinete de inglés Spik, por el contrario, esta circunstancia no les está afectando porque, como explica Maiteder Franco, trabaja “con grupos muy reducidos y ahora estamos vacunados”. En Samsara, pese a que siguen respetando las medidas de seguridad e higiene, han tenido que dejar en standby “una parte más social (espacios de baile libre, sociales, conciertos…) que queríamos impulsar este 2022 y que va a tener que seguir esperando por precaución”.
Pese a todo, la ilusión es la nota predominante en estos tres establecimientos que confían en “recuperar lo que hemos pedido estos años”, como dice Maiteder Franco y valoran positivamente el apoyo del Ayuntamiento para algunas acciones que van a llevar a cabo. En Hitz eta Pitz están organizando “unos talleres de refuerzo lingüístico de euskera lúdicos para los sábados del mes de marzo”, mientras que en Samsara seguirán ofreciendo yoga para mujeres, espacios de baile para los más pequeños y adolescentes y diferentes talleres. Además, tienen previsto introducir “yoga para niños y Yin-yoga, que es una práctica positiva para todas las personas que prefieren una actividad más suave y relajada y/o que tengan algún tipo de lesión o dificultad” y quieren llevar a cabo “un ‘concurso de talentos’ y una propuesta de talleres para mujeres”.


A la hora de mirar hacia el futuro del comercio del municipio Diana Martínez, de Hitz eta Pitz, echa mano de su lema “Haizetsu, euritsu, baina beti gogotsu!” para encarar un panorama que califica de “incierto”, mientras que en Spik English, Maiteder Franco considera que “el comercio y los servicios de este municipio están mejorando mucho” y se muestra agradecida “por poder contribuir en ello”.
En esta misma línea de optimismo se muestra Karri Gil, responsable de la peluquería KGM, quien espera que el año 2022 suponga un regreso a la normalidad. “Nosotros hemos trabajado bien y yo soy muy optimista, así que espero que las cosas vayan a mejor. Creo que por lo general somos un poco llorones y nos gusta quejarnos demasiado”, considera.


La incertidumbre pesa también sobre el sector hotelero. En el Caserío Zaballa, único establecimiento de este tipo en Iruña de Oca, su responsable, Ana Ortiz de Urbina, ha afrontado unos complicados últimos meses del año “con muchas cancelaciones”. Tras un periodo de muchos cambios para adaptarse a los cambiantes protocolos sanitarios y con el sentido común como directriz principal para ir adaptándose a la situación, en Zaballa esperan un año complicado. “Se están suspendiendo muchos eventos como el Azkena Rock o la Badaia Bike Maratón y eso hace que mucha gente que tenía reservas las anule”, pero confían en que está situación cambie, la pandemia remita y regrese la tan ansiada normalidad que desapareció en marzo de 2020.