El pasado 6 de febrero, la tierra tembló en Siria y Turquía. Un terremoto de 7,8 grados en la escala Richter arrasó decenas de poblaciones en la frontera entre estos dos países y causó miles de muertos y desaparecidos.

Pocas horas después, equipos de rescate de todo el mundo se movilizaban para tratar de socorrer a los supervivientes y colaborar en las tareas de extracción de las personas que habían quedado atrapadas entre los escombros de los edificios derruidos. Una de estas personas era Juan Carlos Delgado, vecino de Nanclares y bombero de profesión, que junto con otros miembros de la ONG Acción Norte Vitoria se movilizó para acudir en ayuda de los afectados por el seísmo.

-En primer lugar, ¿qué es la Asociación Acción Norte Vitoria?

-Somos un grupo de bomberos, dieciséis ahora, que nos gusta nuestra profesión, siempre nos ha gustado el tema de la cooperación y decidimos poner en marcha esta ONG. Trabajamos tanto en emergencias como en cooperación al desarrollo, siempre vinculada al tema de bomberos. Por ejemplo, hemos ayudado a montar el único parque de bomberos que hay en los campamentos saharauis. También llevamos un par de años trabajando con bomberos de Nicaragua, haciéndoles donaciones y dándoles formación. Cuando surge alguna emergencia y podemos, acudimos. Estuvimos en Bolivia, ayudando en los incendios del Amazonas y también en Ucrania, llevando ayuda humanitaria y trayendo personas que tenían familiares en Vitoria o alrededores. 

-¿Cómo surge la iniciativa de ir a Turquía?

-Nos enteramos como todo el mundo, a través de las noticias. Y enseguida empezamos hablar entre nosotros. Valoramos la posibilidad de ir y lo primero que hacemos es tantear si hay gente dispuesta. En este caso, varios podíamos ir y muy rápidamente nos organizamos. Uno se encarga de atar los temas laborales de todos, otro de mirar los billetes de avión, que es una tarea muy compleja, porque volamos con herramientas y mucho peso. Otro se pone a buscar herramientas. En este caso, algunas las hemos llevado del parque de bomberos de Vitoria y otras fuimos alquilarlas a Vialki y nos las prestó gratuitamente. Otro habla con la embajada en Turquía, otro tramita las pólizas de seguro…

-Tras todos estos trámites, llega el momento de actuar sobre el terreno….

-Sí, nosotros volamos de Madrid a Estambul y de allí teníamos un vuelo comercial a Adijaman. Sin embargo, en el aeropuerto de Estambul nos estaba esperando un avión del ejército turco y junto con otros rescatistas nos llevaron hasta allá.

-¿Qué encontrasteis allí?

-Adijaman es una ciudad de 300.000 habitantes. Ibamos en un autobús junto con otros grupos y ya desde lejos se veía una nube de humo sobre la ciudad causada por el polvo de todos los edificios que se habían derrumbado. Y cuando entramos, nos quedamos asombrados de la gran cantidad de derrumbes que había. Eran además, derrumbes totales.

-¿Nada más llegar empezáis a trabajar?

-Sí, nuestro equipo está formado por ocho rescatistas e hicimos grupo con cuatro guías que iban con cuatro perros de rescate. Enseguida nos dicen dónde puede haber gente atrapada porque alguien ha odio voces. Vamos allá, metemos un primer perro y dé positivo o negativo, se introduce un segundo perro para confirmar lo detectado por el primero.

-¿Pudisteis rescatar a alguien?

-No, desgraciadamente no encontramos ya a nadie con vida. Nosotros íbamos a intentar buscar vivos. Muertos había por todas partes, incluso ya empezaba a oler a cuerpos en descomposición, pero vivos no pudimos encontrar a ninguno. La gente nos decía que escuchaban voces, pero es la desesperación de quienes tienen familiares entre los escombros y quieren que vaya un equipo de rescate. El tipo de colapso fue tan brutal que no había supervivientes. Se juntaba el piso de un piso con el techo de otro y no había prácticamente ningún hueco de supervivencia. En algún sitio parecía que sí podía haber algún hueco, nos poníamos a trabajar, abríamos galerías, hacíamos perforaciones, pero no encontramos vida.

-¿Cuánto tiempo estuvisteis?

-Estuvimos tres días. La idea era haber estado algún día más, pero el gobierno turco decidió sacar a todos los equipos de rescate extranjeros.

-¿Por qué se tomó esa medida?

-Yo creo que el motivo principal fue que no estábamos encontrando vida y en las calles había una situación muy complicada. La gente estaba en las calles, sin vivienda, pasando mucho frío, no tenían dónde meterse. No había agua caliente, no había electricidad y empezaba a haber problemas de salubridad. Me imagino que el gobierno decidió dejar de buscar en los escombros y centrarse en ayudar a quienes habían sobrevivido.

-¿Cómo ha quedado la zona afectada por el terremoto?

-Yo no he estado en una guerra, pero me imagino que debe ser bastante parecido a cómo ha quedado la zona. Cuando nos fuimos estaban empezando a llevar maquinaria pesada. En mi vida había visto tanta maquinaria pesada. Eso es porque van a tener que derribar prácticamente todo y reconstruir ciudades casi enteras.

-¿Qué ha sido lo más duro?

-Pues hombre, sacar cadáveres es muy duro. Pero también se te quedan imágenes muy marcadas. En una casa nos encontramos una pareja completamente aplastada pero que estaban abrazados. Sintieron el temblor, se abrazaron y les cayó encima la casa. Otra imagen que tengo grabada es la de un padre que bajaba de unas ruinas llorando con unas fotos rotas de unos niños. Seguramente, esos niños estaban bajo los escombros. Eso te marca mucho. También el hecho de llegar a un sitio, ver la esperanza en las caras de la gente que está esperándote, y el momento en que tienes que dejar la búsqueda porque ves que ahí no hay vida, es muy duro.

-¿Y lo más gratificante?

-La gente se ha portado muy bien con nosotros. Nos ofrecían de todo, comida, bebida… y nos daban constantemente las gracias. Eso ha sido muy gratificante.

-¿Cómo es la vuelta a la normalidad?

-Pues la verdad es que todavía no tenemos normalidad. Ahora estamos trabajando y buscando firmar convenios con el equipo de perros de rescate, con sanitarios, con el Ayuntamiento de Vitoria… porque lo que queremos es formar un equipo potente de rescate y con una respuesta más rápida. Tenemos que tener un protocolo de actuación, de puesta en marcha, disponer de una serie de herramientas que no haya que andar buscándolas cuando ya se ha producido la emergencia… Ahora estamos trabajando en esa línea.