A pesar de no contar con una elevada población, Iruña de Oca puede presumir de ser una excelente cantera de deportistas. Buen ejemplo de ello son la nadadora de Nanclares Uxue Navarro o la atleta Mireia Guerra, ambas vecinas de Nanclares y que apuntan alto en sus respectivas disciplinas. Sin embargo, Víllodas también atesora entre sus vecinos dos deportistas que ya destacan tanto en karate como en tenis. Se trata de Gorka García de Garayo y Carlos Divar, dos nuevos exponentes del talento deportivo del municipio.

Gorka García de Garayo, karateca

Dos constantes en la vida de Gorka García de Garayo son vivir en Víllodas y el karate. “Soy del pueblo de toda la vida”, asegura orgulloso poco antes de narrar cómo desde bien pequeño practica el karate. Y es que Gorka está más que acostumbrado a ir y venir a Vitoria para estudiar o entrenar. A sus casi 19 años está estudiando bachiller y todavía no dispone de carnet de conducir, pero siempre tuvo claro que en cuanto tuviese la edad, sería lo primero que haría y ya está en ello. “Tener coche da más independencia y libertad, pero mientras tanto tiro de autobuses o familia”, explica.

Aunque la idea de su madre era apuntarle a fútbol cuando tenía 4 años, la opinión de su hermana acabó pesando. “Decía que mis amigos ya estaban en el fútbol y que hacer otro deporte me permitiría conocer más gente”, recuerda. Y así llegó al Fitness Gasteiz, el club en el que ha estado desde siempre y que considera su segunda familia. “Es que mira el tiempo que llevo con ellos y el tiempo que comparto entrenando, compitiendo… Son 15 años de buenas experiencias”, detalla.

Su último logro deportivo llegó en noviembre de 2022. En Pontevedra, donde se celebró el Campeonato de España sub-21 -75kg, consiguió el oro y revalidó por segundo año consecutivo su corona. Realizó un campeonato impecable imponiéndose a los competidores de Cataluña, Andalucía, Madrid y Asturias en la final y ahora es un firme candidato a tomar parte en el próximo Europeo. Para llegar hasta aquí, el trabajo ha sido constante y los valores de este arte marcial han pasado a formar parte de su vida. “El karate te da unos valores que no te los da otro deporte y tu vida se rige un poco por lo que has sido mamando”, reflexiona.

Desde los 13 años participa en competiciones nacionales y en 2021 debutó en las internacionales. Hasta entonces, los campeonatos territoriales y escolares han fraguado su crecimiento como deportista, aunque tiene claro que la clave está en los entrenamientos. Explica que su entrenador le inculca que “hay que entrenar bien y al final en las competiciones esto acaba saliendo y los resultados llegan”. En su primer año como senior ha notado el cambio, pero también ha podido comprobar la solidez de su nivel y capacidad. “En junior, por ejemplo, en algún campeonato te puede tocar a alguien en alguna ronda que ya ha participado a nivel internacional, en senior, es raro quien no lo haya hecho”, comenta, antes de añadir que “los estilos de combate son totalmente diferentes, la exigencia aumenta y cuando salen las cosas la satisfacción es muy grande”.

Cuando se cuestiona por su futuro, lo tiene claro: carnet, “quizás estudios relacionados con la informática” y, por supuesto, seguir vinculado al karate. “Quiero seguir consiguiendo cosas, siendo más conocido por mis logros, entrenando y seguir presente en competiciones”

Carlos Divar, tenista

Desde hace no mucho tiempo Carlos Divar tiene perro y la posibilidad de cogerlo y, según sale de casa, tener el monte para pasear por él le encanta. Esto, unido a la tranquilidad de Víllodas le llevan a asegurar que se considera “bastante de pueblo”, y eso que ha vivido muchos años en grandes ciudades.

Llegó cuando tenía 5 años y las expectativas de crecimiento en el mundo del tenis hicieron que de los 12 a los 14 años viviera en Fuengirola. De los 14 a los 17 estuvo en Barcelona con la Federación Española de tenis, y de los 17 a los 18 años volvió a Fuengirola para poder seguir entrenando y mejorando. Una beca deportiva le permitió estudiar la carrera universitaria en Estados Unidos y después de haberse graduado, con 22 años, volvió a Víllodas.

A nivel deportivo, en su primera etapa en Fuengirola evolucionó muchísimo, llegó a ser campeón de España individual y de dobles y campeón de Europa y quinto del mundo con la selección de España. Sin embargo, a partir de los 14 las lesiones empezaron a no respetarle y fue encadenando varias: muñeca, espalda y la cadera. “A día de hoy estoy operado dos veces de la misma cadera y tengo una prótesis de metal que me ha obligado a apartarme el tenis profesional”, explica.  “Si ya es difícil de por sí el intentar ser profesional del tenis estando sano y al 100% de tus capacidades, pues con la cadera así se complica aún más”, sentencia.

Sin embargo, pese a estas circunstancias no se ha alejado definitivamente del tenis. ActuaLmente tiene dos trabajos: en uno de ellos se dedica a ayudar a chavales a conseguir esas becas e deportivas y académicas en Estados Unidos y también trabaja en Mendizorrotza como monitor de tenis dando clases.

La forma física que mantiene por su trabajo como entrenador hizo que el año pasado se animara a participar en un par de torneos amateur, uno de ellos en Vitoria. “Hace cuatro años me dijeron que no iba a poder andar sin cojear. Estuve tres años prácticamente andando en muletas, porque no me podía mover y gracias a una segunda operación, puedo hacer vida normal e incluso jugar a tenis”, cuenta emocionado. Y han sido esas sensaciones que ha recuperado jugando las que le han hecho plantearse jugar alguno de los torneos ITF que se disputarán en verano en Euskadi. “Aunque la idea de los torneos profesionales está un poco más apartada, estos partidos son del circuito mundial y creo que puedo disputarlos”, explica.

Para tomar parte en ellos es consciente de que sí deberá prepararse. “Tendría que meter un poquito más de caña en los entrenamientos y en función de cómo me vea decidir si participo o no”, explica. Porque si algo tiene claro Carlos es que, a estas alturas, sus objetivos ya no son los que tenía cuando marchó a Fuengirola y quería ser profesional, ahora quiere “jugar sin dolor, por lo menos sin dolor de la cadera”. “Yo pensaba que nunca podía hacer deporte o subir un monte ni nada por el estilo. Y a día de hoy puedo hacer todo lo que me apetezca, seguir disfrutando de esas pequeñas cosas, estar sano y poder tener esta vida el mayor número de años posible”.